TEGUCIGALPA, 29 nov (Xinhua) — Honduras llega a las elecciones generales de este domingo 30 de noviembre con un escenario altamente competitivo, marcado por tensiones institucionales, denuncias cruzadas y un electorado que mantiene elevados niveles de indecisión. Más de seis millones de ciudadanos están habilitados para votar en unos comicios que definirán al sucesor de la presidenta Xiomara Castro y renovarán la totalidad del Congreso Nacional y los escaños hondureños ante el Parlamento Centroamericano. *Competencia en tercios y un electorado decisivo* Las encuestas proyectan una contienda sin precedentes entre tres candidatos con niveles de apoyo muy parejos: Rixi Moncada (por el oficialista Libre), Salvador Nasralla (Partido Liberal) y Nasry Asfura (Partido Nacional). De acuerdo con las estimaciones, entre el 20 y el 35 por ciento de los votantes sigue indeciso, un segmento capaz de inclinar el resultado en una elección sin segunda vuelta. En un país con instituciones debilitadas, las tensiones dentro del Consejo Nacional Electoral y las controversias por el rol de las Fuerzas Armadas han alimentado la desconfianza. Decenas de misiones nacionales e internacionales de observación electoral, entre ellas de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea, acompañarán la jornada. *Polarización histórica y nuevas tensiones* Expertos coinciden en que la polarización no es nueva, pero se ha profundizado. Para Adalberto Santana, académico del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la Universidad Nacional Autónoma de México, “históricamente, sobre todo en el siglo XX y en lo que va del siglo XXI, en Honduras siempre ha habido una polarización política”. Tradicionalmente, recordó Santana en entrevista con Xinhua, “eran los liberales enfrentándose a los miembros del Partido Nacional”, una dinámica que cambió con la irrupción del movimiento popular surgido en torno al expresidente Manuel Zelaya. Con la llegada de Xiomara Castro y la consolidación de Libre como tercera fuerza, añadió, Honduras pasó de un bipartidismo rígido a un escenario tripolar, donde “ya no tan solo hay una polarización entre lo tradicional, el Partido Liberal y el Partido Nacional, sino que hay una tercera fuerza”. El politólogo mexicano Jaime Tamayo coincide en que el actual clima responde también a los choques generados por las reformas impulsadas por la administración Castro. “Ha tomado una serie de medidas que afectan intereses que se venían manteniendo tradicionalmente”, dijo a Xinhua. Afirmó que Libre representa un proyecto nacionalista y social que “ha pisado muchos callos”, especialmente por su combate a la corrupción y su redefinición de relaciones internacionales. *Candidatos en disputa* Rixi Moncada (Libre) busca la continuidad del proyecto gubernamental, denominado por el oficialismo como proceso de Refundación Nacional. Según Tamayo, su eventual triunfo “significaría la continuidad de una política que ha funcionado bien en materia social”, con avances en salud, educación y subsidios. El politólogo y académico de la Universidad de Guadalajara considera que Moncada mantendría “una economía creciente, una inflación controlada y una política social en un país pobre”. Salvador Nasralla, candidato del Partido Liberal y ex designado presidencial (exvicepresidente) de la actual administración, se presenta como un retorno al liberalismo económico. Tamayo advierte que un gobierno liberal sería “un retroceso menor”, con mayor apertura al mercado y un equilibrio en las relaciones de Honduras con distintos polos de poder mundial, manteniendo parte del esquema de políticas actuales. Nasry Asfura, candidato del Partido Nacional, compite bajo cuestionamientos. Allan Fajardo, de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, recordó que el candidato “ha sido encausado por malversación de fondos” y que el mensaje de respaldo del presidente estadounidense Donald Trump resulta “totalmente intervencionista y fuera de lugar”. El sociólogo consideró que el apoyo de Trump, manifestado por el inquilino de la Casa Blanca el pasado miércoles en redes sociales, intenta “levantar una figura que está en tercer lugar en las encuestas”. *Denuncias y presiones externas* El mensaje público del presidente estadounidense exhortando a votar por Asfura encendió alarmas entre académicos y observadores internacionales del proceso. Para Fajardo, Trump “no tiene por qué estar pontificando quién es bueno y quién es malo”, mientras que el analista uruguayo Carlos Alejandro señaló que el mandatario estadounidense “una vez más interviene en un proceso electoral en América Latina”. Tamayo calificó como grave el uso del término “narcoterrorismo”, advirtiendo que dicha retórica “deja entrever una amenaza de carácter militar” y podría abrir la puerta a presiones económicas si no gana el candidato favorecido por Washington. *Un país bajo observación y en busca de estabilidad* En vísperas de la votación, la presidenta Xiomara Castro llamó a confiar en que el domingo será una “fiesta cívica”, asegurando que su Gobierno ha garantizado condiciones de paz y transparencia. Recalcó que las Fuerzas Armadas cumplen funciones “que constitucionalmente se les ha asignado”. Los desafíos para la próxima administración hondureña serán amplios: recomponer la confianza institucional, enfrentar la inseguridad, fortalecer la transparencia y gestionar un Congreso fragmentado donde ninguna bancada podría tener mayoría propia, según las proyecciones. Honduras se prepara así para una elección decisiva, abierta y observada de cerca tanto dentro como fuera del país, con la expectativa de que el resultado sea aceptado por todas las partes y permita que el rumbo político elegido por los hondureños para los próximos años permita al país transitar por una senda de mayor armonía socioeconómica y desarrollo. Fin
