Por Pau Ramírez BELÉM, Brasil, 12 nov (Xinhua) — La ciudad brasileña de Belém, sede de la 30ª Conferencia de las Partes (COP30) de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, vive estos días un intenso movimiento con la llegada de miles de delegados, científicos y activistas del mundo que han transformado la capital del estado amazónico de Pará, en la región norte de Brasil, en un hervidero de personas, idioma y expectativas. Los efectos y el entusiasmo se sienten en la sede de la COP30 que se lleva a cabo del 10 al 21 de noviembre en Belém, cuyas calles, hoteles y puntos turísticos registran una afluencia inédita de visitantes. “El fin de semana no se podía caminar de tanta gente”, explicó a Xinhua la empleada de un café local, Marina Duarte, quien labora en el complejo cultural Estação das Docas, uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad brasileña. Desde el muelle, los visitantes disfrutan de la vista de la bahía del Guajará, mientras prueban dulces de frutas amazónicas y el famoso chocolate de cacao de Pará. “Atendemos a muchos extranjeros. Algunos intentaban hablar portugués, otros pedían en inglés. Es bonito ver Belém tan viva”, comentó la empleada con una sonrisa. “Es un momento histórico”, resumió Marina, al señalar que “por fin el mundo mira a la Amazonia no solo por su belleza, sino por su importancia para el futuro del planeta”. En el nuevo Porto Futuro, otro punto de encuentro frente al río, la escena es parecida, donde el encargado de un quiosco gastronómico, Rafael Pinheiro, contó a Xinhua que con la llegada de los participantes de la COP30, “el movimiento fue enorme”. “Vendimos cerca de un 40 por ciento más que en un fin de semana normal” y “todos quieren probar algo típico, desde el ‘tacacá’ (sopa tradicional) hasta el ‘açaí’ (fruto de una palmera)”, añadió Rafael. Los recintos recreativos o museos también se benefician del clima de euforia como en el caso del Museo de las Amazonias, inaugurado hace apenas un mes y que ya alcanzó la marca de 50.000 visitantes. “Es impresionante ver tanta gente de fuera, no solo de Brasil, sino también de Europa y Asia”, comentó a su vez Carla Nascimento, quien es la responsable de Comunicación del espacio museográfico. En una de las salas, el francés Michel Orivel observa la exposición “Amazonia”, del fotógrafo Sebastião Salgado. “No vine a la COP directamente, pero el evento me inspiró a conocer la región. Quería ver de cerca lo que todos discuten en las conferencias”, comentó Michel. La ciudad de Belém respira en cada esquina con la COP30, ya que en sus calles, centro histórico, mercados y casas se encuentran delegados, voluntarios y curiosos que participan de la importancia de la Cumbre Climática. “Es una oportunidad única para mostrar la riqueza cultural y natural de la Amazonia”, dijo por su parte la guía turística, Ana Cláudia Silva, quien en estos días trabaja tiempo completo, al señalar que “la ciudad nunca estuvo tan llena”, lo que ha sido confirmado por las propias autoridades de turismo. La Asociación Brasileña de la Industria Hotelera de Pará ha dado a conocer que la ocupación supera en promedio el 95 por ciento. “Algunos hoteles están completamente reservados desde comienzos del año”, señaló el presidente del organismo hotelero local, Tomás Santiago. En la recién inaugurada Vila COP, construida de manera especial para alojar a las delegaciones oficiales, el ambiente es de diplomacia y convivencia internacional. “Estamos hospedados con colegas de distintas regiones del país. Es una estructura excelente, muy cerca del Parque da Cidade, donde se celebran las principales reuniones”, comentó a su vez la secretaria de Medio Ambiente, Sustentabilidad y Acciones Climáticas del estado de Sergipe (este), Débora Dias. El impacto económico del evento se percibe en todo Belém con restaurantes llenos, alta demanda de transporte y vendedores satisfechos, pero más allá del impulso comercial o económico que tiene la localidad, muchos de sus habitantes destacan el orgullo que sienten de ser el epicentro del debate climático mundial. Belém seguirá vibrando durante dos semanas al ritmo de la COP30 que reúne a más de 50.000 participantes entre negociadores, científicos, empresarios y activistas, en una ciudad amazónica que por unos días se ha convertido en la capital global del clima. Fin
