BELÉM, 22 oct (Xinhua) — En el corazón de la selva amazónica, a unos 40 kilómetros de la ciudad de Belém, en el municipio de Santa Bárbara do Pará (estado de Pará, norte de Brasil), la Hacienda Teré Tauá se ha convertido en un ejemplo de producción ganadera sostenible. En su propiedad de más de 300 hectáreas, el productor rural Daniel Araújo cría búfalos de la raza Murrah con prácticas que combinan innovación genética, bienestar animal y respeto riguroso por el medio ambiente. “Aquí producimos y preservamos. No se puede trabajar fuera de este sentido de comunión con la naturaleza”, afirmó Araújo a Xinhua durante una visita técnica a la hacienda, donde mostró los diferentes módulos del sistema productivo, desde la cuarentena de los animales hasta la fase final de engorde. El proceso comienza con un periodo de 30 días de trabajo sanitario, en una zona de cuarentena de más de 80 hectáreas, donde los animales, provenientes del archipiélago de Marajó, pasan por controles veterinarios y adaptación. Luego, en la parte central de la hacienda, se realiza el mejoramiento genético del rebaño, con apoyo de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) y la Universidad Federal Rural de la Amazonía. “Trabajamos con inseminación artificial y acompañamos de cerca el desarrollo de cada animal”, explicó Araújo. “Los machos nacidos aquí regresan al Marajó como reproductores, fortaleciendo la base genética del búfalo amazónico”, indicó. Según el investigador de la Universidad Federal de la Amazonía Bruno Soares, el programa utiliza metodologías de selección similares a las aplicadas en bovinos de corte. “Seleccionamos los animales superiores dentro de cada grupo contemporáneo, evaluamos el pedigrí, realizamos análisis genómicos y medimos el desempeño reproductivo y alimenticio. Así reducimos el ciclo de producción y aumentamos la eficiencia de forma sostenible”, destacó. En la tercera etapa del proceso, los búfalos son engordados en pastos rotativos durante 90 días, divididos en 32 piquetes con suplementación mineral y proteica. “Ellos pastan libremente, en condiciones naturales. Solo damos un apoyo nutricional en la fase final. Y el resultado son carcasas uniformes, carne tierna y de sabor intenso”, relató el productor. De acuerdo con Araújo, el rendimiento de carcasa supera el 50 por ciento, y la carne conserva las características de los animales criados en los campos húmedos del Marajó. Parte de la producción abastece al mercado local, mientras que los animales de élite fortalecen la genética de otros rebaños del estado. Pero el aspecto más notable del proyecto es el compromiso ambiental. La Hacienda Teré Tauá cumple estrictamente con el Código Forestal brasileño, que en la región amazónica exige mantener un 80 por ciento de la propiedad con vegetación nativa. “Todas las áreas de preservación permanente están señalizadas y registradas. Tenemos licencia ambiental vigente y somos inspeccionados periódicamente”, aseguró Araújo. “El sistema de producción aquí está totalmente integrado al medio ambiente”, apostilló. El productor explicó que su propiedad cuenta con Registro Ambiental Rural (CAR, siglas en portugués), una especie de “documento de identidad ambiental” exigido por ley a todos los productores brasileños. “Sin ese registro, no se puede vender ni financiar la producción. El Gobierno sabe exactamente qué ocurre dentro de cada propiedad rural”, indicó. Pese a las exigencias, Araújo considera que el mercado internacional aún no reconoce los costos de conservar la vegetación nativa. “Los productores brasileños son responsables de buena parte de la conservación del país, pero eso no se traduce en beneficios económicos. Mantenemos reservas legales y áreas protegidas que pertenecen a nuestras familias. Y que deberían ser valoradas”, sostuvo. Además del cuidado ambiental, la hacienda aporta al desarrollo local a través de programas de asistencia técnica y gerencial (TEG), promovidos por el Servicio Nacional de Aprendizaje Rural (SENAR), que capacitan a pequeños productores de la región. “En el Marajó, nuestros técnicos recorren ríos y campos para llegar a los productores, llevando conocimiento gratuito sobre reproducción, alimentación y gestión”, comentó Araújo. “La idea es mejorar la productividad y la calidad de vida de las comunidades rurales”, afirmó. Actualmente, el estado de Pará alberga el mayor rebaño bufalino del país, con unos 700.000 animales, de los cuales aproximadamente el 30 por ciento se destina a la producción de leche. La carne y los derivados del búfalo se consumen casi exclusivamente en el mercado local. Para Araújo, el desafío es demostrar que es posible combinar productividad, ciencia y respeto ambiental en el corazón de la Amazonía. “El búfalo amazónico tiene un potencial enorme. Criado de forma natural, nos ofrece una proteína de altísima calidad, a bajo costo y sin agredir la selva”, resumió. “Nuestro compromiso es claro: producir sin destruir. Ese es el legado que queremos dejar para las próximas generaciones”, concluyó. Fin

Por Vimag