(250203) -- BUENOS AIRES, 3 febrero, 2025 (Xinhua) -- Personas caminan frente a un local de venta de divisas, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 3 de febrero de 2025. (Xinhua/Martín Zabala) (mz) (oa) (ah) (ce)
BUENOS AIRES, 21 oct (Xinhua) — Las tensiones cambiarias y la incertidumbre sobre la sostenibilidad del tipo de cambio dominan el panorama económico de Argentina en la recta final hacia las elecciones legislativas nacionales del próximo domingo 26 de octubre. Entre los analistas crece el debate sobre si el esquema cambiario vigente, de fluctuación bajo un sistema de bandas, podrá mantenerse tras los comicios y qué capacidad tendrá el Gobierno del presidente Javier Milei para sostener el programa de ajuste fiscal y monetario que estabilizó parcialmente los precios en el país suramericano, pero que no logró recomponer de forma sostenida y equilibrada la actividad e ingresos de la población. El futuro del programa de Milei depende también del financiamiento y el respaldo político necesarios para sostener el rumbo económico, opinaron los expertos, quienes advierten también de que la moderación inflacionaria alcanzada convive con una actividad debilitada y señales de agotamiento en sectores industriales que concentran gran parte del empleo formal. El economista Rafael Flores, especialista en finanzas públicas, explicó en diálogo con Xinhua que la actual volatilidad responde a las expectativas de cambios en la política económica, a lo que posiblemente se suma también la percepción de que el tipo cambiario no pueda sostenerse en los niveles actuales por mucho tiempo. “Todo el mercado prevé que va a haber un cambio postelecciones. Y ese cambio tiene que ver con que el plan económico actual, tal como está diagramado, se percibe como insostenible, particularmente en lo que tiene que ver con el nivel de tipo de cambio”, declaró Flores a esta agencia. El expresidente de la Asociación Argentina de Presupuesto (2014-2018) consideró que el desempeño de la economía después de las elecciones dependerá mucho también de su capacidad financiera, mencionando en este punto la asistencia de Estados Unidos actualmente, así como de la capacidad del Gobierno para corregir las distorsiones que afectan a la producción nacional. “También depende de que el Gobierno acomode algunas variables fundamentales dentro de las cuales la central me parece que es el valor del tipo de cambio, que es percibido como muy bajo por buena parte de la sociedad”, explicó. El especialista destacó que la baja de la inflación, uno de los activos del Gobierno, permitió alejar el riesgo de una hiperinflación en el país, aunque subrayó que Argentina sigue enfrentando problemas estructurales que impiden articular un crecimiento sostenido con desarrollo. Flores indicó además que, pese a no haber razones para un índice de riesgo país elevado, las dudas sobre la capacidad de refinanciación de la deuda argentina para el próximo año estarían sumando otra dificultad. “Si uno mira lo que serían los números fundamentales de la economía argentina, no hay razón para que tenga estos niveles de riesgo país que impactan directamente en las tasas de interés que tiene que pagar el país y, por lo tanto, en la posibilidad de cubrir sus obligaciones financieras con nueva toma de deuda”, precisó Flores. “Este temor a que efectivamente no pueda pagar es en parte por una cuestión histórica, Argentina ha entrado en default (impago de deuda) tres veces en lo que va del siglo, entonces es percibido como un deudor riesgoso”, agregó. Por su parte, el economista Roberto Cachanosky comentó que el Gobierno llega a las elecciones con la inflación más controlada, pero sin mejoras en el empleo ni en el ingreso de las familias, lo que refleja los costos del proceso de ajuste. “El presidente enfrenta una inflación estabilizada, caída del empleo y reservas sin recuperación, mientras busca revertir la desconfianza y retomar la gobernabilidad”, sostuvo Cachanosky en un artículo publicado en el diario local Infobae. El economista señaló que la política del tipo de cambio fijo contribuyó a moderar los precios, pero ha afectado a la estructura productiva y al empleo formal. Y añadió que “la sociedad asumió el esfuerzo que demandó el Gobierno. Pero, casi dos años después, ese sacrificio no se tradujo en mejoras perceptibles en el ingreso real”. A su vez, Cachanosky alertó de que la estrategia de recurrir al endeudamiento externo para sostener el tipo de cambio puede agravar la dependencia financiera y limitar la recuperación industrial de Argentina. De cara al 2026, Argentina enfrenta el desafío de sostener la estabilidad alcanzada y recomponer el crecimiento en un contexto de alta incertidumbre sobre el tipo de cambio, la capacidad de financiamiento y la consistencia del programa económico. Estas condiciones reflejan que la política económica deberá encontrar un equilibrio entre la disciplina fiscal y la reactivación económica, más allá de un “rebote”, para evitar que la estabilidad lograda se transforme en un estancamiento prolongado. Fin

Por Vimag