Por Sergio Gómez BEIJING, 31 may (Xinhua) — La forma más rápida y fácil de entender la moda china “guochao” no es buscar su definición en un diccionario, sino experimentarla uno mismo. Y eso fue exactamente lo que hice en el inicio del verano al recorrer la ciudad de Suzhou vestido con ropas tradicionales de la dinastía Tang, que se remonta más de 1.000 años en el pasado. Estuve lejos de ser el único interesado en sumarme a la nueva tendencia que causa furor entre los jóvenes chinos y personas del mundo entero. Encontré los sitios patrimoniales, canales acuáticos y jardines tradicionales de Suzhou repletos de personas con la ropa tradicional china (hanfu) de los más variados períodos históricos. Zhong Jianmin, el dueño de la tienda donde alquilé los vestidos, me contó que hoy en día son muchos los visitantes extranjeros que llegan a la ciudad para experimentar el hanfu, atraídos por los valores de la cultura tradicional china. “El estilo de la dinastía Ming es el más popular, porque su tejido es exquisito y su patrón es muy hermoso. Uno se siente digno y elegante al vestirlo”, según Zhong, quien considera que el atractivo estético de hanfu coincide con las necesidades espirituales de los jóvenes que buscan la individualidad, respetan la naturaleza y persiguen el núcleo cultural. Los datos muestran que el hanfu ha creado un nuevo mercado de consumo en China que mueve decenas de miles de millones de yuanes cada año. Desde el desarrollo de tejidos y el diseño de prendas de vestir, hasta el maquillaje y la fotografía de viajes, el hanfu está formando una cadena industrial cada vez más completa que proporciona nuevas oportunidades para muchos profesionales tradicionales. El dueño Zhong, por ejemplo, proviene de una familia que ha gestionado el negocio de la seda durante varias generaciones y tiene su propia empresa. Como gran entusiasta del hanfu, decidió crear una nueva marca especializada en esta temática a la edad de unos 50 años. También es un influencer entre las redes sociales para promover la cultura de la ropa tradicional china. Su cuenta “Tío Hanfu” ya ha ganado cierto grado de popularidad. La joven Pang Can, mi maquilladora, divide su tiempo entre los estudios de arte y el negocio del maquillaje y la peluquería de las diferentes dinastías chinas. Conversando con ella, me confesó que, a sus poco más de 20 años, ya es dueña de una tienda y también trabaja a tiempo parcial como diseñadora de ilustraciones con tema tradicionales y prepara recuerdos para museos. “Todos mis trabajos están en los campos de la cultura tradicional, que me fascina. Aunque es un poco difícil, ¡estoy muy feliz!”, me dijo Pang. Si bien tenía algunas reservas al inicio de mi recorrido por la ciudad, varios jóvenes me pidieron tomarnos fotos juntos y celebraron mi interés en vestirme de la misma forma que el poeta Li Bai, famoso por sus versos románticos y profundo amor por la vida. Cualquier rastro de pena había desaparecido y solo quedaba disfrutar al máximo la inmersión cultural. MUCHO MÁS QUE ROPA El hanfu es solo una parte del fenómeno “guochao”, que se podría traducir como “moda nacional o tendencia nacional”. En cualquier caso, se refiere al renacer del interés chino por su cultura e historia, reflejado en los más diversos campos, desde la industria de la moda y la decoración, hasta el turismo y las experiencias de esparcimiento. Cada vez más personas buscan artículos que combinen los elementos históricos con las expresiones modernas, provocando una “nueva ola” en la industria nacional que algunos ya califican como “nuevo estilo chino”. La tendencia abre nuevas y mayores posibilidades para empresas como Suzhou Shangjiukai Silk Technology and Culture, con sede en la localidad de Shengze, un pueblo de Suzhou y uno de los nodos de fabricación y logística de la industria de la seda en China y hasta el mundo. Wu Jianhua, presidente de la compañía, me contó orgulloso cómo habían logrado industrializar el brocado Song, que forma parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad del UNESCO, multiplicando los usos de esta tela. Sus productos han sido ofrecidos como regalos nacionales en importantes eventos celebrados en China, incluyendo la Cumbre del G20 y la APEC. Durante mi estancia en Shangjiukai, conversé con Zhong Ying, una empresaria de la provincia central china de Hunan, que había recorrido más de mil kilómetros hasta Shengze para comprar materias primas de cara a una nueva serie de joyas hechas con el brocado Song. “Ahora las ventas de ropa y joyería al nuevo estilo chino son muy buenas y muchos consumidores extranjeros también compran nuestras joyas tradicionales a través de internet”, me explicó Zhong. Según un informe del mercado sobre el consumo relacionado con este campo, publicado por iiMedia Consulting, el tamaño del mercado del “guochao” de China alcanzó los 2,05 billones de yuanes en 2023, un aumento interanual del 9,44 por ciento. Se espera que esta cifra supere los tres billones de yuanes en 2028. UN IMÁN PARA EL TURISMO Ciudades con larga historia y sitios culturales bien conservados como Beijing, Xi’an y la propia Suzhou, se han convertido en paraísos de los seguidores del “guochao”, promoviendo el turismo y las visitas a lugares históricos, templos y museos. Caminando por uno de los canales de Suzhou, me llamó la atención un grupo de jóvenes que conversaban en español y mostraban su encanto por la ciudad. Sin pensarlo demasiado, decidí aproximarme a ellos con la única excusa de compartir el mismo idioma. Resulta que el grupo había llegado hacía poco de España para visitar a Sergio Sanabria, un connacional establecido en Suzhou como profesor. Se interesaron por la ropa que llevaba puesta y me dijeron que habían visto a miles de personas con vestidos hanfu durante su viaje. ¿Lo probarían?, les pregunté. “Claro que sí”, me respondieron”. Sentado en un banco de la muralla antigua de Suzhou, viendo caer el sol de la misma manera en que lo habrían hecho los guardianes de la ciudad hace cientos de años, me pareció entender mejor por qué la moda guochao causa tanto furor en China y el extranjero: es difícil no quedar enamorado de la milenaria cultura tradicional de este país una vez que se experimenta de primera mano. Guochao es una práctica en la que todos salen ganando. Por un lado, se heredan y multiplican los valores tradicionales de la cultura china y, por el otro, se genera un fuerte impulso de consumo en la economía, capaz de movilizar a las generaciones más jóvenes. Se beneficia el turismo y crecen las entradas a los sitios patrimoniales. Además, y esto quizás sea la clave de todo, es extremadamente divertida. Fin

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