Por Pablo Giuliano SAO PAULO, 13 nov (Xinhua) — La devastación causada por el tornado que dejó seis muertos y más de 700 heridos en el estado de Paraná, sur de Brasil, puso en evidencia cómo la deforestación y el cambio climático agravan la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, advirtió el climatólogo brasileño Francisco Mendonça. En entrevista con Xinhua, el profesor senior de la Universidad Federal de Paraná (UFPR) y de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), y expresidente de la Asociación Internacional del Clima (AIC), recordó que la región sur de Brasil, cerca de la triple frontera con Argentina y Paraguay, históricamente ha registrado tornados, pero en forma espaciada y sin tanta capacidad destructora. “El oeste de Paraná, junto con otros estados como Santa Catarina, Rio Grande do Sul y parte de Mato Grosso do Sul y Sao Paulo, siempre registró tornados. Sin embargo, en las últimas décadas su frecuencia e intensidad aumentaron debido al calentamiento global”, explicó Mendonça. El tornado del 7 de noviembre, que azotó el municipio de Rio Bonito do Iguaçu con vientos de hasta 250 kilómetros por hora, destruyó cerca del 90 por ciento de las edificaciones y provocó un estado de calamidad pública. Según el especialista, la pérdida de cobertura vegetal amplifica los impactos “Los bosques y montañas funcionan como frenos naturales del viento. En lugares planos y deforestados, como el oeste de Paraná, la fuerza del viento no encuentra barreras y termina impactando directamente sobre las ciudades. En Rio Bonito do Iguaçu, más del 60 por ciento de la vegetación desapareció en los últimos 40 años”, señaló. La región está localizada a 280 kilómetros de uno de los lugares más visitados de América Latina, las Cataratas del Iguazú, espacio geográfico que comparten Brasil y Argentina. De acuerdo con Mendonça, la deforestación masiva que sustituyó la cobertura forestal por agricultura de “commodities” dejó el territorio más expuesto a vendavales y tornados. El Paraná perdió más del 90 por ciento de sus bosques nativos en un siglo, explicó. Entre las soluciones, el reconocido climatólogo brasileño destacó la necesidad de combinar mitigación y adaptación: “Reducir urgentemente las emisiones de gases de efecto invernadero es una prioridad global, pero en el ámbito local hay que restaurar los bosques. Crear cinturones verdes y corredores ecológicos en torno a las ciudades puede amortiguar el impacto de los vientos y ofrecer más seguridad a la población”, explicó. El climatólogo resaltó que la recuperación de los bosques tropicales es un punto central en las discusiones de la 30ª Conferencia de las Partes (CP30) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas que se celebra este mes en la ciudad brasileña de Belém. Al ser consultado sobre si el planeta vive un “nuevo normal climático”, Mendonça respondió afirmativamente. “Los años 2024 y 2025 registraron las mayores temperaturas de la historia. Vivimos una transición hacia una emergencia climática, con eventos extremos más frecuentes e intensos. Estamos en el peor escenario previsto por el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos Sobre el Cambio Climático, por sus siglas en inglés) que proyecta un aumento de entre 4 y 6 grados en la temperatura media del planeta”, advirtió. El académico continuó: “La naturaleza está respondiendo a décadas de desequilibrio”. Fin

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