BUENOS AIRES, 5 nov (Xinhua) — Un equipo de investigación de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA) desarrolla una herramienta de inteligencia artificial (IA) para predecir la respuesta individual a la quimioterapia y orientar la elección del tratamiento más adecuado, evitando exposiciones con efectos adversos sin beneficio clínico. La UBA dijo este miércoles en un comunicado que “aunque aún está en fase preclínica, el proyecto ya fue distinguido con el Premio CRIION-Frank de Investigación en Biomedicina”. El objetivo de la iniciativa es predecir la respuesta de cada paciente a la quimioterapia. “Saber de antemano si un tratamiento va a ser efectivo o no es fundamental, sobre todo para evitar que el paciente atraviese los efectos adversos sin obtener un beneficio clínico esperable”, explicó Matías Pibuel, bioquímico e investigador de la UBA y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Sobre el funcionamiento de la herramienta, Pibuel explicó: “Recibimos la muestra del paciente, la procesamos mediante un equipo que nos indica qué moléculas se expresan en el tumor. Luego, mediante IA, correlacionamos la expresión de esas moléculas con la posibilidad de que el paciente responda o no a la quimioterapia”. “Cuando tengamos una cantidad suficiente de muestras y correlaciones, podremos predecir la respuesta de cada paciente a un tratamiento específico”, añadió el investigador. La UBA dijo que la metodología, que actualmente se encuentra en fase preclínica, ya comenzó a aplicarse en muestras de pacientes del Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan. “Estamos trabajando principalmente con tumores del sistema nervioso central, tanto en adultos como en pacientes pediátricos, en leucemia mieloide crónica y también con ensayos en páncreas. Pero consideramos que es una metodología totalmente extrapolable a otros tipos de tumores”, señaló el investigador. Pibuel destacó además la relevancia del desarrollo y sostuvo que la herramienta “es fundamental para el paciente. Todas las quimioterapias tienen efectos adversos; si el tratamiento va a tenerlos, buscamos que al menos sea efectivo. Si sabemos que no lo será, debemos buscar otra alternativa”. La UBA subrayó en su boletín de prensa que lo innovador de esta propuesta radica en que “actualmente no existen técnicas que permitan predecir la respuesta a la terapia, todo se hace de manera empírica”. “Hoy se administra la droga y se espera la evolución. Recién después de tres o cuatro sesiones se sabe si el tratamiento funcionó, y eso implica mucho tiempo de sufrimiento por los efectos adversos”, explicó el investigador. El equipo dedicado a la tarea estima que en los próximos dos años podría lograrse una validación de la técnica a nivel clínico, y que su aplicación hospitalaria podría concretarse en un plazo de entre cinco y 10 años. El impacto para los pacientes, según Pibuel, es doble: “Por un lado, evita los efectos adversos innecesarios, y por otro, permite orientar la elección hacia una terapia que sí pueda ofrecer un beneficio clínico. Esto mejora tanto la calidad como la esperanza de vida del paciente”, enfatizó. Fin
