Por Pablo Giuliano BELÉM, Brasil, 28 oct (Xinhua) — Brasil mostrará en la 30ª Conferencia de las Partes (COP30) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático prevista para noviembre en Belém, estado de Pará (norte), su potencial como líder global en la crianza de abejas sin aguijón (meliponinos), una práctica que transforma la agricultura familiar amazónica al aumentar la productividad, conservar la biodiversidad y fortalecer la bioeconomía regional, sobre todo para multiplicar las plantaciones de palmera del fruto asaí. En Pará, donde se concentra el 90 por ciento la producción de asaí (fruto morado símbolo de la Amazonia y una de las principales fuentes de renta para cientos de miles de familias rurales que viven en la selva), la meliponicultura (cría de abejas sin aguijón) se ha convertido en una herramienta fundamental para elevar la eficiencia de los sistemas agroforestales y mejorar la calidad de los frutos. La iniciativa está patrocinada por la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), que prepara su sede en la capital de Pará con la feria “AgriZone” que será abierta al público el 10 de noviembre, luego de la cumbre de líderes de la COP30 que será el 7 y 8 del próximo mes. Introducir a las abejas sin aguijón en las pequeñas propiedades rurales a la vera de los ríos amazónicos es un sinónimo de multiplicación de plantas, sobre todo las que tienen que ver con el asaí. “Las abejas sin aguijón hoy entran como un insumo en el cultivo del asaí, aumentando la productividad en torno al 30 por ciento en promedio, pero dependiendo de la distancia de las colmenas respecto a las palmeras, ya hemos registrado incrementos de hasta el 70 por ciento”, explicó en entrevista con Xinhua Daniel Santiago Pereira, investigador de la Embrapa Amazonia Oriental, con sede en Belém. El investigador detalló que las abejas cumplen un papel crucial en el proceso de fecundación de las plantas. “La abeja va a buscar alimento -néctar y polen-, y cuando colecta el polen de una planta y lo lleva a otra, realiza la polinización. Las plantas no se mueven, necesitan un agente, y la abeja cumple ese papel; actúa como un cupido multiplicador”, explicó. La meliponicultura se diferencia de la apicultura tradicional no solo por las especies utilizadas, sino también por su integración con los sistemas agroforestales amazónicos. “Por ser abejas sin aguijón, pueden mantenerse dentro de las áreas de cultivo sin riesgo de accidentes, a diferencia de la apicultura, que necesita colocar las colmenas más distantes”, precisó Pereira. De acuerdo con el especialista, los resultados son tangibles tanto en términos de producción como de sostenibilidad. Las abejas sin aguijón contribuyen a acelerar los ciclos de floración y fructificación del asaí, aumentan la uniformidad de los racimos y fortalecen la regeneración natural del bosque, al mismo tiempo que benefician a otras especies cultivadas en la región. “Existe una serie de otras culturas que se benefician de la polinización. Ya hicimos trabajos con la berenjena y el tomate, porque las abejas sin aguijón vibran (para volar, generar calor y realizar la polinización), y ese tipo de planta necesita abejas que vibran”, indicó Pereira. Los estudios de la Embrapa demuestran que cultivos como la guayaba y la naranja también pueden ser potenciados en torno al 30 por ciento gracias a la acción de estas abejas. “Es un aliado directo de la economía del pequeño productor”, subrayó el investigador. La expansión de la meliponicultura en el norte amazónico brasileño refleja un cambio de enfoque en las políticas de desarrollo rural amazónico, que buscan integrar productividad y conservación ambiental. Pereira explicó que la industria del asaí ha sido uno de los principales motores de esa transformación. “Vemos a la industria del asaí impulsando fuertemente la meliponicultura por el incremento productivo que las abejas pueden propiciar, y principalmente porque ayudan a mantener la biodiversidad”, destacó. Brasil es considerado además una potencia mundial en biodiversidad de abejas nativas sin aguijón. Según Pereira, de las 500 especies identificadas en el mundo, 250 están en Brasil, y de ellas 220 habitan en la Amazonia. Esa abundancia convierte al país más grande de América Latina en un centro natural para el estudio y el aprovechamiento sostenible de estos polinizadores tropicales, presentes también en regiones de África, América Central y el Sudeste Asiático. En la Amazonia brasileña, al mejorar la polinización, los agricultores familiares reducen su dependencia de insumos externos y aumentan la resiliencia frente a las variaciones climáticas, sobre todo al utilizar técnicas de manejo forestal dentro de sus terrenos de la selva amazónica, donde se cultiva para vender pero también para subsistencia. Para los investigadores, este modelo encarna el tipo de bioeconomía que Brasil busca promover en la COP30: una economía basada en la naturaleza, de bajo impacto ambiental, capaz de generar empleo y renta a partir de la biodiversidad amazónica. “La meliponicultura es una actividad zootécnica que combina objetivos económicos con la conservación. Es una práctica que demuestra cómo la biodiversidad puede ser aprovechada de forma sostenible”, sostuvo Pereira. Fin
