SANTA BÁRBARA DO PARÁ, Brasil, 25 oct (Xinhua) — Lo que comenzó como la ocupación de tierras no productivas por parte del Movimiento Sin Tierra (MST) se ha convertido en un proyecto de integración agrícola para la producción de aceite de palma “dendé”, en el asentamiento de Abril Rojo de la localidad de Santa Bárbara, en el estado amazónico de Pará, en la región norte de Brasil. Este proyecto agrícola basado en la producción de aceite de palma coloca a las familias campesinas involucradas en proveedoras estables para la compañía Denpasa, un gigante del sector. El aceite de palma forma parte de la cultura brasileña desde poco antes de 1.600, ya que esclavos de varias regiones de África lo llevaban en barcos de la corona portuguesa como parte de su cultura, producto que en la nación sudamericana le llaman “dendé”, debido a ese origen en la lengua quimbundo que llegó de Angola. De cara a la 30ª Conferencia de las Partes (COP30) de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se llevará a cabo en noviembre próximo en la ciudad de Belém, capital de Pará, la integración productiva entre agricultura comercial y agricultura familiar significa un caso de éxito para ser mostrado a pocos kilómetros del evento ambiental. Denpasa abrió en Pará para cultivar aceite de palma en los años de 1970 y tardó más de 10 años para recuperar la inversión con muchos altibajos, debido a que solamente pudo cultivar una mezcla de la variante africana con la americana de la planta. El aceite de palma es utilizado sobre todo en la culinaria del estado brasileño de Bahía, en el litoral oriental del Atlántico, donde se concentran la mayor población de origen africano de Brasil y de América Latina. Concentra también a gran escala toda la cadena de la industria alimenticia, sobre todo para cosméticos, dulces y chocolates. Plantar la palmera para extraer el “dendé” es algo casi imposible para la agricultura familiar, ya que se necesita inversión a largo plazo de entre cinco y 10 años. En 2022, el asentamiento que había surgido en tierras improductivas pasó a ser un nexo con la compañía, que lanzó un programa piloto. “El ejemplo de Santa Bárbara demuestra que es posible integrar a la agricultura familiar en una cadena de valor sostenible, generando ingresos, empleo y preservación ambiental”, afirmó el director de Denpasa, Roberto Yokoyama, en entrevista con Xinhua. Desde 2022, unas 30 de las 470 familias asentadas participan en el proyecto, que elevó en promedio sus ingresos mensuales de 200 reales (34 dólares) a entre 3.000 y 4.000 reales (entre 510 y 680 dólares), gracias a su inserción en la cadena productiva del aceite de palma. El acuerdo permite a la empresa contar con nuevos proveedores y, al mismo tiempo, garantiza la conservación de áreas de bosque nativo dentro y alrededor de las zonas de cultivo. “La producción de palma en Brasil está sujeta a una legislación ambiental muy estricta. En propiedades mayores de 250 hectáreas debemos mantener al menos el 50 por ciento de vegetación nativa, además de las áreas de preservación permanente”, explicó Yokoyama, al señalar que los campesinos locales han visto sus vidas cambiar de forma radical con el proyecto. En tanto, el campesino Raimundo Lima Júnior contó su experiencia como pequeño productor en el asentamiento Abril Rojo del Movimiento Sin Tierra. “La importancia de este acuerdo es que traerá renta a la pequeña agricultura y también ayudará a desarrollar más empleos. Yo estoy esperando la legalización del campo donde trabajo, pero ya varios colegas han tenido su escritura de posesión”, dijo el campesino. La vecina del trabajador agrícola, Regina Alves, mencionó a su vez que el proyecto cambió su vida y la situación financiera de toda la familia. “Además de dar las semillas y plantas y la máquina mecanizada, la empresa también proporciona abono y apoyo para la manutención”, mencionó. “Hoy es muy importante este proyecto y lo recomiendo a todo agricultor que quiera cambiar su vida. Además, el Gobierno me ha dado la escritura de la tierra donde trabajo”, celebró Alves. El estado de Pará concentra casi toda la producción brasileña de aceite de palma, mientras que sus principales competidores en el mundo son Indonesia y Malasia que poseen el 85 por ciento del mercado mundial. Para Yokoyama, Brasil tiene el potencial para expandir el cultivo en Pará, aunque enfrenta grandes desafíos de competitividad frente a los gigantes asiáticos. “Cerca del 85 por ciento de la producción mundial de aceite de palma proviene de Malasia e Indonesia, donde las condiciones climáticas son muy similares a las del norte de Brasil”, afirmó. Denpasa cuenta con 1.500 hectáreas propias y 2.500 en asociación con pequeños productores, así como una planta extractora capaz de procesar 30 toneladas por hora. Desde 2009, la empresa invierte en biotecnología para desarrollar clones resistentes, al alcanzar una productividad promedio de ocho a 10 toneladas de aceite por hectárea, es decir, más del doble del promedio mundial. Brasil dispone de 22 millones de hectáreas aptas para el cultivo de palma y el estado de Pará concentra el 90 por ciento del total, según la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria. El país cuenta además con unas 250.000 hectáreas plantadas y una producción estimada en 450.000 toneladas en 2025, mientras que el consumo interno supera las 900.000 toneladas, lo que hace que Brasil importe el producto de la vecina Colombia y de productores asiáticos. A pesar del potencial brasileño, Yokoyama subrayó que la expansión del cultivo es lenta y enfrenta altos costos logísticos y laborales. “Producir una tonelada de aceite crudo de palma en Brasil cuesta entre 650 y 700 dólares, mientras que en Indonesia ronda en los 400 dólares”, comparó el entrevistado. Fin

Por Vimag