RÍO DE JANEIRO, 24 oct (Xinhua) — En el marco de los preparativos para la 30ª Conferencia de las Partes (COP30) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebrará en Belém, Brasil, en noviembre, las autoridades brasileñas afinan la creación de un mecanismo global para pagar a los países con bosques tropicales por la restauración masiva de sus ecosistemas degradados. La iniciativa, presentada por Juliano Assunção, director ejecutivo de Climate Policy Initiative (CPI) y uno de los asesores técnicos más influyentes de la organización de la cumbre, fue detallada este viernes en un encuentro con corresponsales organizado por la Asociación de Prensa Extranjera (AIE, por su sigla en portugués). El plan, denominado “Reforestation Mechanism” (Mecanismo de Reforestación), pretende llenar el vacío existente en los instrumentos financieros internacionales dedicados a los bosques. Assunção explicó que la agenda forestal se sustenta en tres pilares, cada uno con su respectivo instrumento financiero. El primero está relacionado con los bosques en pie, con mecanismos como el Fondo Bosques Tropicales para Siempre (TFF, por sus siglas en inglés), propuesto por Brasil, que pagaría una cantidad fija anual por hectárea de selva conservada. El segundo abarca la lucha contra la deforestación, mediante programas como el mecanismo Reducción por Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal (REDD+), que remuneran a los países por reducir sus tasas de deforestación respecto a un nivel de referencia. El tercero, y más novedoso, es la restauración, enfoque del “Reforestation Mechanism”, que busca pagar por la captura neta de carbono lograda mediante la regeneración natural de áreas ya deforestadas. “El mundo cuenta hoy con instrumentos para conservar y frenar la pérdida, pero hay un vacío importante cuando pensamos en restaurar lo que ya fue destruido”, señaló Assunção. De acuerdo con los datos presentados por CPI, desde 2001 se han perdido más de 180 millones de hectáreas de bosques tropicales en el mundo. Si estas áreas fueran restauradas, podrían capturar alrededor de 50.000 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera. “Si tomamos en serio la decisión del Global Stocktake (Balance mundial) de la COP28 de comenzar a revertir la deforestación antes de 2030, este mecanismo podría capturar 2.000 millones de toneladas de CO2 anuales en sus primeros cinco años. No es la solución única para el clima, pero representa una contribución extremadamente significativa” estimó. La propuesta se basa en acuerdos entre países o empresas “compradoras”, que buscan compensar sus emisiones, y “jurisdicciones”, es decir, naciones o estados con bosques tropicales que restauren sus áreas degradadas. Los compradores pagarían un precio fijo por cada tonelada de CO2 capturada netamente, descontando las emisiones por deforestación o agricultura dentro de la misma jurisdicción. El análisis técnico utiliza un precio base de 50 dólares por tonelada de CO2, nivel considerado conservador pero suficiente para hacer rentable la restauración frente a actividades como la ganadería extensiva. Además, se propone la creación de un fondo de permanencia: una fracción de los pagos, por ejemplo tres dólares por tonelada, sería destinada a un fondo de largo plazo que asegure la permanencia del bosque y ofrezca ingresos futuros a las comunidades locales, incluso 30 o 40 años después. A un precio de 50 dólares por tonelada, el mecanismo podría movilizar unos 100.000 millones de dólares anuales en transferencias a los países tropicales, según las proyecciones de CPI. “No se trata solo de estos países contribuyendo al clima, sino de que la agenda climática les traiga recursos significativos para afrontar sus desafíos de desarrollo”, enfatizó Assunção. El principal reto, sin embargo, no sería técnico sino político. “El cuello de botella es si el mundo despertará realmente a la urgencia climática. Nuestra tarea es tener las soluciones listas cuando ese momento llegue”, subrayó. La propuesta liderada por Assunção se perfila como uno de los ejes centrales de la oferta brasileña para la COP30: situar a la Amazonia y a los bosques tropicales del planeta no solo como patrimonio natural que debe conservarse, sino como un activo económico estratégico para garantizar la seguridad climática global. Fin
