Por René Quenallata Paredes LA PAZ, 15 ago (Xinhua) — El actual presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, de 36 años, emerge como el candidato presidental de una nueva generación que aspira a unificar a una izquierda dividida y competir en unas elecciones marcadas por la ausencia de figuras históricas como el expresidente Evo Morales y el actual mandatario Luis Arce. Rodríguez nació en 1989 en Sacaba, Cochabamba, y creció en Entre Ríos, una localidad del bosque tropical boliviano, epicentro de grandes movilizaciones campesinas y sindicales. Hijo de un dirigente quechua y una secretaria sindical, aprendió desde joven el valor de la organización colectiva. A los 16 años se trasladó a la ciudad de Cochabamba para estudiar Ciencias Políticas en la Universidad Mayor de San Simón, convencido de que la formación académica debía acompañar su vocación de liderazgo. Sin embargo, insiste en que “la solidez ideológica no depende solo de un título”. Su ascenso político fue rápido. A los 22 años, cuando asumió la presidencia de las Juventudes Estudiantiles de las Seis Federaciones del Trópico, la misma organización que presidía Morales. En 2018 fue elegido vicepresidente de esa poderosa estructura sindical, ganándose el apodo de “heredero de Evo”. Tras la crisis política de 2019 y la salida de Morales del país, Rodríguez emergió como uno de los pocos rostros visibles del oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS) en medio del vacío de poder. En 2020, con solo 31 años, fue elegido presidente del Senado, cargo que ha mantenido durante cinco años gracias a su capacidad para mediar entre las distintas facciones del partido y negociar con la oposición. Hoy, bajo la bandera de Alianza Popular lanza su candidatura con un discurso centrado en la “unidad verdadera” del bloque progresista, la reactivación económica con justicia social, la defensa de los bonos sociales impulsados en el gobierno de Morales y la industrialización de los recursos naturales. También rechaza el retorno de “la derecha entreguista” y propone una política de diálogo para frenar la polarización. Sin embargo, su candidatura carece de apoyos clave. Ni Morales ni Arce se han sumado a su campaña. El distanciamiento con el expresidente ha provocado fuertes tensiones: los sectores “evistas” lo acusan de traición, mientras que desde la oposición, con figuras como Samuel Doria Medina y Jorge “Tuto” Quiroga al frente de las encuestas, lo asocian con los errores de la gestión del MAS y la crisis institucional que siguió a la renuncia de Morales. Con un 7 por ciento de intención de voto, Rodríguez enfrenta el desafío de revertir su posición en las encuestas y capitalizar el amplio segmento de votantes indecisos, nulos y blancos, que alcanza alrededor del 35 por ciento. Según el analista político Ricardo Paz, pese a sus bajos números, el joven senador no está fuera del juego. Dice que en un contexto tan volátil como el actual, con el MAS dividido y sin sus líderes fundadores, un outsider desde adentro como Andrónico podría dar la sorpresa y meterse en segunda vuelta. Las elecciones del 17 de agosto de 2025 serán inéditas: por primera vez en dos décadas, el MAS no estará representado por Morales ni por Arce, y la izquierda se presenta fragmentada frente a una oposición consolidada. El voto nulo, promovido activamente por Morales, podría inclinar la balanza en favor de los candidatos de derecha, entre ellos Doria Medina, Quiroga y Manfred Reyes Villa. Más allá de ser visto como el sucesor de Morales, su mayor reto es demostrar que puede convertirse en el arquitecto de un nuevo ciclo para la izquierda boliviana, uno que conecte con las nuevas generaciones sin renegar de sus raíces sindicales y populares. Fin

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