Por César Ríos
La propuesta, presentada a principios de mayo por la Administración estadounidense, de ofrecer 1.000 dólares y un pasaje aéreo a cada migrante indocumentado que opte por regresar voluntariamente a su país mediante una aplicación en línea ha reactivado un debate complejo sobre las políticas migratorias contemporáneas, el equilibrio entre legalidad y humanidad y los límites operativos del sistema migratorio actual. Según estimaciones oficiales, cada proceso de deportación cuesta aproximadamente 17.000 dólares por persona al Gobierno estadounidense e implica detenciones, procesos legales, transporte y custodia. Alcanzar la meta del millón de deportaciones en un solo año, como propone EE. UU., requeriría una infraestructura que actualmente no existe: al menos 100.000 camas de detención, el doble de la capacidad actual. En este contexto, el incentivo económico ofrecido aparece como una respuesta pragmática a las limitaciones presupuestarias y logísticas del sistema. No obstante, más allá de su supuesta eficiencia, esta estrategia pone de relieve una cuestión de fondo: la creciente dificultad para sostener un modelo de control migratorio que prioriza la remoción por encima de la integración. Aunque el programa es presentado como voluntario, conviene analizar su implementación dentro del contexto real en el que viven las personas migrantes indocumentadas. En un entorno donde persisten el temor a las redadas, la inseguridad jurídica y la falta de vías accesibles de regularización, las decisiones “libres” pueden estar condicionadas por presiones externas y un acceso desigual a la información y la asesoría legal. Para muchos migrantes que llevan años residiendo en Estados Unidos, con vínculos familiares y laborales consolidados, aceptar este tipo de retorno puede ser una estrategia de protección personal ante un sistema percibido como incierto o inestable, más que una elección planificada desde la autonomía plena. Desde una perspectiva internacional, esta política plantea preguntas relevantes para los países receptores de retornados. México y los países del norte de Centroamérica podrían sufrir un aumento considerable en los flujos de retorno, lo que plantea desafíos en términos de reintegración económica, social y psicológica, particularmente si ocurren sin coordinación binacional o mecanismos de apoyo. Además, esta medida podría ser tomada por otros países como precedente para delegar la gestión migratoria en decisiones individuales condicionadas por incentivos, lo que debilitaría el sistema internacional de protección de personas migrantes y refugiadas, especialmente si se emplea como sustituto del debido proceso. La migración no se resuelve mediante medidas administrativas puntuales. Se requiere de una arquitectura regional e internacional coherente, que incluya políticas seguras de movilidad laboral, oportunidades de regularización, protección a personas vulnerables y, sobre todo, inversión en las causas estructurales de la migración: pobreza, desigualdad, inseguridad y cambio climático. Mientras estos elementos estructurales no se aborden con la profundidad requerida, propuestas como la autodeportación voluntaria, aunque puedan aliviar momentáneamente la presión sobre el sistema, no transforman el escenario de fondo, sino que lo reflejan. Entonces, la propuesta de autodeportación con incentivo económico debe ser analizada no solo por sus supuestos méritos operativos, sino por lo que revela: un sistema migratorio tensionado, que busca respuestas inmediatas a desafíos profundos. Es imprescindible que el debate público y las decisiones gubernamentales se guíen por una visión más integral, que combine legalidad, humanidad y cooperación internacional para garantizar soluciones duraderas y justas. (César Ríos es presidente y director de la Asociación Agenda Migrante de El Salvador, desde donde lidera iniciativas de inclusión económica y gobernanza migratoria para la región) (Las opiniones expresadas en este artículo son del autor y no necesariamente reflejan la postura de la Agencia de Noticias Xinhua o el medio de comunicación que publica)

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