(250220) -- GALAPAGOS, 20 febrero, 2025 (Xinhua) -- Imagen del 18 de febrero de 2025 de una iguana marina vista en la isla Isabela, en las Islas Galápagos, Ecuador. (Xinhua/Liao Siwei) (da) (ra) (vf)
Por Meng Yifei y Liao Siwei San Cristóbal, Ecuador, 16 mar (Xinhua) — Aunque la temporada cálida no es la más concurrida en las Islas Galápagos, los aviones siguen llegando con numerosos pasajeros. A medida que la aeronave se acercaba a tierra firme, el paisaje de tonalidades marrones, cubierto de nopales, arbustos y rocallas, daba la bienvenida a los visitantes: habían llegado a la isla Baltra. Formado por 13 grandes islas volcánicas con una antigüedad de aproximadamente cuatro millones de años, el archipiélago de Galápagos es un santuario de biodiversidad moldeado por diversos sistemas de corrientes oceánicas superficiales y submarinas. Su ecosistema único inspiró al científico inglés Charles Darwin en la formulación de su teoría de la evolución biológica. Es precisamente en honor a Darwin, que en 1959, se creó la Fundación Charles Darwin con el propósito de investigar y conservar el frágil ecosistema de las islas. Esta iniciativa contó con el respaldo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, la UNESCO y la organización Conservacionistas Mundiales. Posteriormente, gracias a los esfuerzos de la fundación y el Gobierno ecuatoriano, se estableció la Estación Científica Charles Darwin, un centro biológico dedicado al estudio y protección de las especies de flora y fauna de Galápagos. Las tortugas gigantes, uno de los emblemas de Galápagos y que dieron nombre al archipiélago, solían habitar libremente en casi todas las islas. Sin embargo, dos siglos de caza indiscriminada llevaron a la extinción de varias especies y redujeron drásticamente la población de otras. En la actualidad, estas tortugas enfrentan nuevas amenazas como el cambio climático, la presencia de especies invasoras, la fragmentación de su hábitat y la introducción de enfermedades. En la Estación Científica Charles Darwin, una sala llamada “Símbolo de Esperanza” alberga una exhibición especial: el Solitario George, el último ejemplar de la especie Chelonoidis abingdonii, originaria de la isla Pinta. George murió por causas naturales en el Centro de Crianza de Tortugas Gigantes de la isla Santa Cruz tras 40 años en cautiverio. Para preservar su cuerpo, se han implementado estrictas medidas de conservación, controlando temperatura, humedad e iluminación, entre otras. Según el biólogo Rubén Pesantes, los proyectos de crianza de tortugas gigantes han logrado avances significativos. Dado que los huevos y crías jóvenes son vulnerables a la depredación por especies introducidas, los investigadores los recolectan y cuidan en Santa Cruz hasta que alcanzan los cinco años de edad y pueden ser reintroducidos en su hábitat natural. “Se alimentan solo tres veces por semana y reciben agua una vez, para facilitar su adaptación al entorno salvaje”, explicó Pesantes. La combinación de una geología singular, su ubicación en el ecuador y su aislamiento han permitido que Galápagos sea el hogar de una biodiversidad única, con aproximadamente el 40 por ciento de su flora y fauna endémicas. De acuerdo con datos oficiales, en 2024 las Islas Galápagos recibieron un total de 279.277 turistas, de los cuales el 55 por ciento fueron extranjeros, en su mayoría provenientes de Estados Unidos (26 por ciento) y el Reino Unido (4 por ciento), seguidos por visitantes de Alemania, Canadá, Australia, Francia, España, Italia y Suiza. En este santuario natural, donde el ser humano y la naturaleza coexisten en armonía, los esfuerzos de conservación ecológica son visibles en todas partes. Carteles bilingües en las carreteras advierten a los visitantes mantener una distancia de al menos dos metros con los leones marinos y prohíben el uso de flash en las fotografías. A la entrada de una bahía, un letrero recomienda utilizar protectores solares ecológicos que no dañen los arrecifes. En los cruceros, la tripulación distribuye cubiertos biodegradables, mientras en los restaurantes, las pajillas o popotes de plástico han sido reemplazados por opciones sostenibles de acero inoxidable, vidrio y bambú. “Aquí, los perezosos lobos marinos bloquean despreocupadamente el camino y las iguanas marinas se arrastran con calma ante la cámara. Mientras hacemos snorkeling, podemos ver caballitos de mar, tortugas y tiburones. Todo esto es posible gracias a la protección del medio ambiente”, expresó Blanca Linares, una turista mexicana, quien agregó que solo con estos esfuerzos es posible preservar no solo las islas, sino también el hogar de toda la humanidad en la Tierra. Gracias a estos esfuerzos, el archipiélago de Galápagos sigue siendo un modelo de conservación ecológica a nivel mundial, donde la ciencia, el turismo responsable y las políticas ambientales trabajan en conjunto para preservar su invaluable biodiversidad. Fin

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