BEIJING, 28 nov (Xinhua) — La cooperación verde se ha consolidado como un nuevo punto destacado y motor de desarrollo para las relaciones entre China y América Latina y el Caribe, no solo fortaleciendo sus lazos económicos, sino también estableciendo un modelo sostenible para impulsar la transición ecológica hacia un futuro compartido. Una obra emblemática de esta cooperación es el recién inaugurado puerto de Chancay, ubicado a unos 80 kilómetros al norte de Lima y construido por la compañía china Cosco Shipping Ports. Este megapuerto, además de elevar la eficiencia comercial y rebajar los costos logísticos entre Sudamérica y Asia, es el primer puerto inteligente y ecológico de Sudamérica, combinando el desarrollo económico con la sostenibilidad ambiental. Con la introducción de tecnologías verdes, como equipos automatizados de carga y descarga a control remoto, camiones eléctricos inteligentes y sistemas de comunicación 5G, Chancay se posiciona como un referente de puerto moderno, digitalizado y bajo en carbono. Además de las mejoras en infraestructura, la cooperación verde entre China y América Latina y el Caribe también destaca en el sector fotovoltaico. América Latina y el Caribe, gracias a su abundancia de luz solar, es uno de los mercados emergentes con mayor potencial en el mundo. Según datos de instituciones de análisis de la industria, la demanda de instalaciones fotovoltaicas en la región se ubicó entre 24,8 y 27,4 gigavatios en 2023, siendo Brasil, Chile y México los principales protagonistas en este crecimiento. En este contexto, las empresas chinas, líderes en tecnología fotovoltaica a nivel global, han desempeñado un papel crucial en la construcción de plantas solares en los países latinoamericanos y caribeños, ayudando a transformar el sector energético de la región. Entre los ejemplos figura el Complejo Solar Marangatu, en Brasil, inaugurado oficialmente en junio pasado y con inversión de SPIC Brasil, una subsidiaria de State Power Investment Corporation (SPIC, siglas en inglés) de China. La infraestructura está en capacidad de abastecer de electricidad a cerca de 550.000 hogares al año. Mientras tanto, la cooperación verde ha logrado notables avances en la observación y gestión ambiental gracias al uso de tecnologías espaciales. Durante más de 30 años, China y Brasil han desarrollado conjuntamente seis satélites de recursos terrestres en el marco del Programa de Satélites de Recursos Terrestres China-Brasil (CBERS, siglas en inglés), equipos que se utilizan en áreas como agricultura, gestión de recursos hídricos, planificación urbana, vigilancia ambiental y prevención de desastres. El programa CBERS constituye un microcosmos de los resultados fructíferos de la cooperación entre China y América Latina y el Caribe en el ámbito espacial. En los últimos años, ambas partes han obtenido importantes logros en campos como satélites de teledetección, satélites de comunicaciones y redes de estaciones de espacio profundo. Estos esfuerzos no solo han impulsado el progreso científico y tecnológico, sino que también han fortalecido la conectividad regional y mejorado el bienestar de la gente, contribuyendo al desarrollo compartido y sostenible. A principios de noviembre se inauguró en la ciudad de Sanya, ubicada en la provincia meridional china de Hainan, el Centro de Innovación Alimentaria Sostenible China-América Latina y el Caribe, que tiene como objetivo integrar y transformar los logros teóricos y tecnológicos en el mejoramiento molecular de cultivos alimentarios de especial importancia. Igualmente, el centro liderará la coordinación entre instituciones de producción, enseñanza e investigación en todo el país, al tiempo que combinará los recursos de cooperación agrícola con América Latina y el Caribe. Asimismo, la institución se enfocará en establecer vínculos amplios y profundos con institutos de esa región, articulando y transformando los avances teóricos y tecnológicos citados anteriormente, con el fin de hacer nuevas contribuciones orientadas a garantizar la seguridad alimentaria mundial. El amplio alcance de la cooperación verde se refleja en varios otros proyectos. En Chile, los autobuses eléctricos chinos han facilitado la movilidad urbana, mientras que en Bolivia la finalización de una planta industrial de carbonato de litio marca un hito en el proceso de industrialización de este recurso natural. En Argentina, el parque eólico Loma Blanca potencia la diversificación de la matriz energética del país, alineándose con los objetivos regionales de sostenibilidad. De cara al futuro, el potencial de cooperación es inmenso, y también ayudará a mejorar la colaboración entre China y América Latina y el Caribe en economía, comercio y energía, entre otros ámbitos. Los expertos proponen que ambos lados fortalezcan su colaboración en investigación y desarrollo tecnológico, incrementen la formación y el intercambio de talentos y promuevan la compartición de experiencias en materia de políticas para perfeccionarlas y fomentar un mayor desarrollo. La cooperación verde entre China y América Latina y el Caribe ha sentado bases sólidas y está entrando en una etapa de profundización. Más allá de los megavatios generados o las emisiones reducidas, su éxito se medirá en la configuración de un modelo de desarrollo equitativo y sostenible que beneficie a las generaciones futuras. Fin

Por Vimag

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