KAZÁN, Rusia, 23 oct (Xinhua) — En una reunión celebrada el martes, el presidente chino, Xi Jinping, dijo a su homólogo de Rusia, Vladimir Putin, que “hace unos 400 años, la Gran Ruta del Té que conectaba a los dos países pasaba por Kazán, por donde las hojas de té de la región china del monte Wuyi llegaron a muchos hogares rusos”. Xi recordó la historia en su encuentro con Putin al margen de la XVI Cumbre del BRICS en Kazán, la quinta ciudad más grande de Rusia y que reviste importancia histórica y cultural. Las palabras de Xi pusieron de relieve el vínculo de larga data entre China y Rusia forjado por siglos de comercio del té. Hace cientos de años, el té fue introducido en Rusia, popularizándose rápidamente y dando lugar a una cultura única de consumo de té. En el siglo XVIII, los rusos crearon el samovar, un aparato característico para preparar té. Hoy en día, disfrutar del té junto a aperitivos y postres sigue siendo una actividad social muy apreciada en Rusia. A mediados del siglo XIX, los comerciantes rusos acudieron a Yangloudong, en el centro de China, para establecer molinos destinados a procesar ladrillos de té, un tipo de té que es comprimido a altas temperaturas en la forma de ladrillo. Finalmente, se trasladaron a Hankou, donde utilizaron máquinas de vapor y prensas hidráulicas para producir los ladrillos de té adaptados al mercado ruso. Este cambio impulsó significativamente las exportaciones de té a través de Hankou, un puerto de la provincia central china de Hubei, que a finales del siglo XIX representaba más del 60 por ciento de las exportaciones totales de té de China. Esparcidas por el distrito de Hankou, en la ciudad de Wuhan, hay esculturas y arquitectura de estilo ruso construidas por antiguos comerciantes de té, que son testimonio del otrora floreciente comercio del té. El té chino ha tenido un enorme impacto en el modo de vida y la cultura rusos, sustituyendo en parte al kvas, a la cerveza y al alcohol casero, y la costumbre de tomar té está ahora profundamente arraigada en la cultura rusa, afirmó Sergey Kalashnikov, presidente de la Asociación Rusa para la Cooperación Internacional. Siglos después, el vínculo entre China y Rusia ha evolucionado mucho más allá del té: el comercio bilateral superó los 240.000 millones de dólares en 2023 y han florecido intensos intercambios entre sus pueblos. El año pasado, Xi y Putin acordaron hacer de 2024 y 2025 los Años de la Cultura China-Rusia, de lo que han surgido cientos de actividades de intercambio cultural, como exposiciones de arte y proyecciones de películas, entre otras. Además, las dos partes han dado pasos impresionantes en la cooperación educativa, con más de 200 universidades rusas ofreciendo cursos de chino y alrededor de 90.000 estudiantes aprendiendo el idioma chino, a lo que se suman más de 40.000 estudiantes chinos que se encuentran estudiando en Rusia. China y Rusia han encontrado el camino correcto para que los grandes países vecinos se lleven bien entre sí, remarcó Xi. El hecho de que Xi hablara de té durante su reunión con Putin es muestra de la importancia que concede a la industria del té. El mandatario ha visitado plantaciones de té en las provincias chinas de Zhejiang y Fujian, donde había trabajado como funcionario local, y ha animado a los agricultores locales a mejorar sus medios de vida a través de la industria del té. En una carta de felicitación por una serie de actividades que marcaron el primer Día Internacional del Té en 2020, Xi declaró que China, uno de los principales productores y consumidores de té, está dispuesta a trabajar con todas las partes para alimentar el desarrollo sostenible y saludable de la industria mundial del té, aumentar los intercambios culturales sobre el mismo y permitir que más personas disfruten de una vida acompañada de té. Como símbolo de la cultura y la hospitalidad chinas, el té ha sido utilizado por Xi en numerosas ocasiones diplomáticas. En enero de 2017, tras una reunión oficial en el Gran Palacio del Pueblo, en Beijing, Xi tomó el té con Nguyen Phu Trong, difunto jefe del partido gobernante de Vietnam, y hablaron de la cultura del té que comparten ambos países. En un discurso pronunciado en 2014 en el College of Europe, en la ciudad belga de Brujas, Xi utilizó el té y la cerveza como metáfora de la coexistencia de las culturas oriental y occidental. “A los chinos les gusta el té y a los belgas la cerveza. Para mí, un bebedor moderado de té y un apasionado de la cerveza representan dos formas de entender la vida y conocer el mundo, y las encuentro igual de gratificantes”, subrayó Xi. “Cuando los buenos amigos se reúnen, pueden querer beber hasta hartarse para demostrar su amistad. También pueden optar por sentarse tranquilamente y tomar té mientras charlan sobre su vida”, añadió el mandatario chino. Fin

Por Vimag

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