PARÍS, 27 jul (Xinhua) — El encuentro de Luis Ramón Garrido con la leyenda del bádminton Lin Dan el viernes fue un momento conmovedor para el atleta mexicano. La mente de Garrido se remontó a mediados de la década de 2010, cuando estaba entre los 50 mejores jugadores del mundo y había asegurado su plaza en los Juegos Olímpicos de Río 2016. En esa época, Lin aún estaba en la cima de su poder y era alguien a quien Garrido admiraba inmensamente. Sin embargo, las prioridades de Garrido cambiaron rápidamente cuando una enfermedad mortal y una serie de operaciones de rodilla descarrilaron su prometedora carrera. “Me acuerdo de él desde que era pequeño, era irreal”, dijo Garrido un día después de cruzarse con Lin en la Villa Olímpica. “Es mi jugador de bádminton favorito de todos los tiempos. Le vi allí y le dije que es mi ídolo”. El camino de Garrido hasta su debut olímpico en París ha estado plagado de desafíos. En 2015, luchó contra la rabdomiólisis, una enfermedad que afectó gravemente a sus riñones. “Estuve a punto de perder la vida”, recuerda. “El médico me dijo que si no mejoraba en los dos días siguientes, quizá habría sido el final”. Decidido a recuperarse, Garrido se trasladó a España para recibir tratamiento especializado y, finalmente, volvió a practicar el deporte que aprendió de su padre cuando era niño. “Empezamos a jugar en un viejo gimnasio de la universidad, sólo por diversión”, cuenta. “Yo era prácticamente todavía un bebé, jugando al bádminton en pañales”. Su regreso se vio aún más obstaculizado en 2018 por graves lesiones de rodilla. “Me destrocé la rodilla derecha jugando en un torneo”, explicó. A pesar de ocho operaciones, Garrido mantuvo su sueño olímpico. “Pensé en retirarme en 2022, pero no podía quitarme el sueño olímpico de la cabeza”, confesó el jugador de 28 años. “Sé que voy a luchar y aunque tenga que dar mi vida, lo haré. Es sólo un sueño estar aquí”. Fin

Por Vimag

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